miércoles

Tu siempre tienes miedo.

Esta simplemente es una historia, una de esas que todos cuentan, una de esas en donde un chico conoce a una chica, pero les advertiré que esta no es una historia de amor.


El reloj despertador siempre cumple su rutina sonando a las seis en punto. Ese día así lo hizo, la única diferencia era que Leonidas ya había despertado y efectivamente no estaba allí para callarlo.

Subió las escaleras rápidamente con una lágrima a punto de salir, sollozando corría hasta el onceavo piso.

-Siempre supe que esto terminaría así Leonidas, siempre hacen lo mismo- dijo la chica con el cabello azul a punto de saltar hacia el abismo.
-Tu sabes que eso no es cierto Violet, las cosas se pueden enmendar, nada puede terminar bien cuando decides saltar, además, ¿de quien hablas cuando dices "hacen lo mismo"?- dijo Leonidas sollozando sin poder cesar.
-Ya sabes, todos los hombres, esos maricones que un día te hacen volar y al otro día quieren que comas de su mano. Pero yo no soy así y lo sabes Leonidas, yo soy la que debería tenerte a ti comiendo de mi mano.
-Ahora que harás Violet ¿saltaras?- dijo Leonidas como si quisiera retarla.
-Lo arruinaste Leonidas, ya no tienes a nadie. ¿Sabes? podría estar muerta en un segundo. Todo es... tan... frágil. ¿No te diste cuenta? Eramos especiales. Pero... en realidad... en realidad no lo haré por ti. No lo haré.

Y Violet bajo de aquel muro y corrió hacia las escaleras.
Mientras Leonidas rompió en llanto y le grito:
"¡Tenia miedo Violet!"
"Tu siempre tienes miedo" le respondió la chica.