martes

El gato salvaje de la vida la perseguía sin cesar...

Ella corrió desesperada, como si un gato salvaje la persiguiera... aunque era cierto, el gato salvaje de la vida la perseguía sin cesar a todas horas... Menos cuando dormía. Vestida simplemente con su sostén rosa de encajes marrones, sus tangas violetas y sus ligueros que facilmente le ofrecian cargar su arma sin prejuicios; llego a ese pequeño escondite en su departamento, al cual solo iba cuando era demasiado importante; donde había llorado, cuando de verdad estaba triste. Follado, con los que en verdad la merecían. Embriagándose, cuando era motivo; y hasta donde acostumbraba drogarse, con los mejores porros y la mejor cocaína de la ciudad. 
Mirando la gran ventana en la cual podía observar a las personas, pero ellas a Holie no, sonrió de la manera más perversa que haya visto el planeta, ella pocas veces sonreía de esta manera.
Holie por fin lo había hecho, por fin la había matado, por fin había sacado esa espina que la había torturado por años. 
Ella sonríe y no para de hacerlo, y con sus manos arriba dice mientras carcajea: "Esta es la jodida vida que merezco".