martes

Muerte

Corrió rápido por la calle desolada en medio de la gran ciudad que ahora se encontraba apagada. Corrió rápido,  medio creyendo que podría dejar atrás a la muerte.
Cada vez que se acercaba un poco más al bosque al borde de la ciudad podía sentirse a si mismo como nunca lo había hecho. ¿Por que nunca había apreciado el gran milagro que el mismo era, el cerebro, los nervios, el palpitante corazón?
Eran sus ultimas bocadas de oxigeno, su cerebro pensaba lento, pero sus piernas corrían como nunca. Le era difícil controlar sus temblores. Después de todo, no era tan fácil morir. Cada segundo que respiraba, el olor de la hierba y el pavimento mezclándose, el aire fresco en su cara que pasaba demasiado rápido, todos eran tan deliciosos... saber que la gente tenia años y años, tanto tiempo que desperdiciar, tanto tiempo para vivir lentamente, y ahora el se aferraba a cada segundo. Al mismo tiempo que pensaba que no iba a poder continuar, pero sabia que debía hacerlo.
Cuando por fin se interno un poco en el bosque, se detuvo y empezó a caminar tomando tanto aire como podía, notaba su cuerpo y su mente extrañamente desconectados, con las piernas trabajando de manera dificultosa sin instrucciones conscientes, como si fuera un pasajero y no el conductor del cuerpo que estaba a punto de abandonar. El sonido de unos pasos y unas ramas aplastadas llegaron a sus oídos. Ya no podía huir más, ya se había resignado de alguna manera a morir.
Giro su cabeza hacia atrás y con la inmensidad del bosque atrapándolos y dejando la gran luna llena detrás de los majestuosos arboles que se elevaban por encima de todo, vio al cazador; al próximo culpable de su muerte, y él no podía hacer nada para detenerlo.
-¿Me dejarías pronunciar mis ultimas palabras?- dijo despacio con una voz refinada y gruesa al mismo tiempo.
-Morirás- hubo un pequeño silencio -Así que creo es justo el hecho de escuchar tu propia voz como ultimo sonido-
-"El ultimo enemigo que debe ser destruido es la muerte".
Este le miro; y sus ojos tan totalmente opuestos se hallaron, y deseo que sucediera de una vez, rápido, mientras aún podía permanecer de pie, antes de que perdiera el control, antes de que le traicionara el miedo. 
Y fue difícil oír el arma con silenciador que lo ataco dos veces. Tirándolo al suelo sin más remedio.



Este texto contiene fragmentos o frases de: "Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte", 
del capitulo 34 "El bosque otra vez" (Mi capitulo favorito de el séptimo libro).