Siempre pedía un pase doble para montar de seguido. Dice que se sentía libre cuando el cálido viento le rozaba las mejillas, cuando sus cabellos castaños volaban sin detenerse y cuando sus brazos se estiraban casi automáticamente. "Solo cierras los ojos y es la mejor cosa que se puede sentir".
Siempre le había temido a las montañas rusas. Así que se subía en estas sillas por lo menos una vez antes de ingresar a alguna atracción a la cual le temiera. Eso era cuando tenía diez.
Hoy tiene 17 y no tiene miedo de subirse a la montaña rusa ni de entrar al castillo del terror, tiene miedo de la vida, del futuro y del pasado. Hoy fue al parque de diversiones y quiso subir al carrusel, pero le denegaron la entrada. Así que se sentó en frente y sintió un poco de las sensaciones de hace siete años. Además vio como su hermana sentía el viento en sus mejillas, dejaba volar sus cabellos negros, estiraba sus brazos y cerraba los ojos.
"Ojala y la historia no vuelva a repetirse"