Caminaba con unos calcetines azules calientitos sobre el piso de madera, un pantalón
largo y lleno de estampados de dibujos (al parecer hechos por un niño de cuatro
años), se le arrastraban lentamente, con una camisetita suelta que cubría todo
su torso, la hacían ver como si nada le importara. No lucia maquillaje, al fin
y al cabo no lo necesitaba.
Afuera, hacia frio y se veía como las ventanas se llenaban de un humo blanco
a causa de la llovizna, pero adentro todo estaba muy tibio.
El olor a chocolate caliente impregnaba la pequeña cabaña, y el olor a leña
quemada se derretía en las paredes.
Toma asiento y tuerce el rostro, como cuando tienes sueño. Toma un libro y lo abre en la pagina 53. Bebe un sorbo de chocolate y mira detenidamente hacia la pintura que cuelga
en frente de ella.
-"Que bueno es estar en casa"- susurra.