lunes

Y las historias violentas.

Acabo navidad. Brenda quería una radio, pero papá le regalo un rifle. No importa, le gustan las armas y las historias violentas.

Atardecía un domingo 28 de Enero y mientras corría el año 1962, el sol se ocultaba por las montañas y la brisa bailaba sin cesar en las cortinas de la habitación de Brenda. Su piel junto con su nariz era lo más frió que se había visto o sentido, casi más frió que el propio hielo.
Tenía sus enormes gafas y su cabello rubio artificial enredado, sus pestañas bien peinadas y su seño fruncido acompañaba a sus ojos verdes saltarines que pasaban por cada letra del libro que tenía en sus manos, y sus manos algo rojas lo sostenían al mismo tiempo que el café que había comprado en la esquina, porque era lo suficiente perezosa como para no prepararse uno ella misma.
Anocheció. Y la luna llena se puso en lo más alto del cielo lleno de nubes.
Bajo por las escaleras, se despidió de sus padres y se dispuso a dormir, si, muy temprano, aunque al otro día sabía que no iría al colegio.