sábado

Maldita mandarina.


Pequeña y arruinada habitación, allí se encontraban los dos, los mismos que habían vivido tantos instantes. Pero que mas da. Ya no estaban juntos.
Alice intentaba comer una pequeña mandarina, mientras Aaron la miraba con esos mismos ojos de hacia dos años.
-Maldita mandarina- exclamo Alice
-¿Que pasa?- pregunto Aaron
-No la puedo abrir- contesto.
-Dejame, yo lo intento-
-No, yo puedo- susurro Alice
-Siempre tan terca- dijo Aaron en un tono bajo.
Y Alice seguía penetrando la mandarina con sus uñas.
-¡Mierda!- grito Alice mientras cerraba los ojos
-¿Que sucedió?- dijo Aaron en tono de tragedia.
-El jugo de la mandarina me salto al ojo-
Y Aaron se paro de la silla en la que estaba y se dirijo a Alice, llego hasta ella y se acerco a su rostro mientras limpio el liquido que salia de su ojo.
-Toca mis manos- dijo Alice.
-¿Para que?-
-¡Tocalas!- exclamo Alice.
Entonces Aaron toco sus manos y hizo su típica cara de estúpido enamorado. Y Alice se soltó después de pocos segundos.
-¿Que sucedió?- dijo Aaron
-Ya no son como antes- dijo Alice mientras bajaba la cabeza.
-Pero...- y Aaron no acabo de replicar, mientras Alice se puso de pie y se marcho.
Y es que sus manos se sentían como el hielo, pero era verano.